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jueves, 15 de septiembre de 2016

Reseña; Nocturno de Chile (Roberto Bolaño)

Novela corta que lo abarca todo; recuerdos, angustia, terror, dolor. Un halcón perdiéndose en los cielos de Burgos. Una culpa envejecida que nos observa desde un rincón con la fría mirada de un espectro de los sueños.

Nocturno de Chile (2009) narra la historia y todas las historias del sacerdote chileno, poeta y crítico literario Sebastián Urrutia Lacroix, durante la que él presume la última noche de su vida. Agobiado por la fiebre repasa sus momentos más importantes; sus primeros años como sacerdote, su iniciación en el acomodado y acomodaticio mundo de las letras chilenas, las oscuras circunstancias en las que conoce a los personajes que definieron un tiempo de la historia de América Latina. Un tiempo que se proyecta en el tiempo y que parece, hoy, más vigente que nunca. 

Pero Urrutia Lacroix es un espectador pobre y asustado, un hombre agobiado por las pesadillas, uno que intenta perdonar y perdonarse ese elemento tan común en la iconografía de toda masacre; la amnesia justificada. Pero ya se sabe, la culpa viaja a la velocidad de la luz, la culpa tiene el fulgor de un flash disparado por sorpresa en medio de una noche desértica y fría. El resplandor que percibe Urrutia Lacroix en esa noche delirante no es la luz de la redención ni de la llamada hacia las alturas, no es el indulto largamente esperado. Dios le ha dejado solo. Dios ha desaparecido dejando a cambio esa otra luz que recorta los hechos con un brillo macabro.

El brillo ilumina la tarde en que Urrutia Lacroix conoce a Farewell, el crítico literario más importante del país. Un personaje que no es un hombre sino la suma de muchos hombres que escenifican los particulares mecanismos de la fe en tiempos convulsos; la clase cultural y eclesiástica dirigente (e inocente) en los tiempos de la dictadura chilena, la misma cuyos herederos se transformarían más tarde en la clase cultural y eclesiástica desmemoriada (y por supuesto también inocente) en los tiempos de la democracia chilena. 


El brillo ilumina la noche en que Urrutia Lacroix conoce a Neruda. Ilumina su recorrido por Europa. Ilumina a una serie de sacerdotes y a una serie de halcones que se precipitan en vuelo sobre las palomas. Las iglesias sucumben bajo en peso de sus excrementos; lo profano corrompiendo lo sagrado. Y aunque de alguna manera el clérigo chileno se compadece de las palomas, es en los cielos de Europa donde logra encajar las primeras piezas del plan de Dios para sus artefactos más pequeños; desaparecer desgarrados en una lluvia de plumas y de sangre que mancha el suelo de las iglesias. Una sangre que, como comprueba con el paso de los años, no es tan fácil de limpiar ni de olvidar. El joven envejecido que le observa desde un rincón se lo recuerda, inmisericorde.

El brillo ilumina la noche imposible en que Urrutia Lacroix conoce a un imposible Pinochet; un Pinochet que lee. Un Pinochet que intenta comprender al enemigo tomando diez sesiones de un curso de marxismo básico dictado por el sacerdote semanas después del golpe de estado. 

Y casi al final, ya en su máximo esplendor, el brillo alcanza la noche y todas las noches que vinieron después de que Urrutia Lacroix conociera a María Canales. Y las puertas de la casa de María Canales se abren de par en par para Urrutia Lacroix y para el nuevo círculo intelectual de la vanguardia chilena. Y entonces la casa se abre y el sótano se abre, pero luego todo se cierra, y aunque Urrutia Lacroix trate de escapar, sabe que se ha quedado dentro para siempre. 

No creo que todo el mundo guste de "Nocturno de Chile", en comparación con otras de sus novelas, el enorme entusiasmo de los lectores por "Los detectives salvajes" o "2666" parece congelarse o diluirse ante sus puertas. Pero a mi me gusta "Nocturno de Chile". Yo ya he leído tres veces "Nocturno de Chile" y pienso hacerlo muchas veces más. A mí me gusta "Nocturno de Chile" por la misma razón por la que me gusta "2001; una odisea en el espacio"; porque no esperan del espectador o del lector comprensión o aceptación. Porque no piden disculpas. Porque no le deben nada a nadie. Porque prevalecen y respiran y persisten y están solas; como sólo lo están los animales más raros y más hermosos y más peligrosos de la tierra. Porque tienen un peso definido. Porque cuando se ubican en la realidad, la realidad se curva un poquito para admirarlas o se curva simplemente por el peso que ejercen en el centro de todo. Me gustan porque sobreviven igual como lo hacen Kubrick o Bolaño; más allá de la etiqueta de director o de escritor de culto, más allá de la consigna de padres influyentes, de padres que esperan (con todo el fervor de sus corazones) ser asesinados alguna vez por sus hijos. Me gustan porque sobreviven más allá del tiempo, de los terremotos culturales y de la lluvia, como monolitos indiferentes a lo que "debemos aceptar" o a lo que se supone que "debemos venerar".

Un consejo personal; si estás pensando en leer tu primera novela de Bolaño que no sea "Nocturno de Chile". "Nocturno de Chile" es para bolañianos conversos.
"Nocturno de Chile" sí que es, en realidad, un verdadero tour de force. "Nocturno de Chile" es un suspiro largo más parecido a una última exhalación que a la acción de tomar aire para seguir leyendo o seguir viviendo. "Nocturno de Chile" es una roca. "Nocturno de Chile" es el mejor Bolaño, el peor Bolaño, el Bolaño más intratable, el menos indulgente, el Bolaño a quien no le importa a quien le guste y a quien no, y al mismo tiempo, es un artefacto en el que no se vislumbra la soberbia del escritor que conoce y maneja cada entresijo de su oficio, sino auténtica curiosidad, la desesperada necesidad de desentrañar a fondo un fotograma de la realidad. "Nocturno de Chile" esta escrita sólo para quien comulgue de rodillas frente al mismo altar ante el que se postraba Bolaño.
"Y  entonces,  en  la  penumbra  de  mi enfermedad, veo su rostro feroz, su dulce rostro, y me pregunto: ¿soy yo el joven envejecido? ¿Esto es el verdadero, el gran terror, ser yo el joven envejecido que grita  sin  que  nadie  lo escuche?  ¿Y  que  el  pobre  joven  envejecido  sea  yo? Y entonces pasan a una velocidad de vértigo los rostros que admiré, los rostros que amé, odié, envidié, desprecié. Los rostros que protegí, los que ataqué, los rostros de los que me defendí, los que busqué vanamente. 
Y después se desata la tormenta de mierda."

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