
Puede que el error haya sido leer Punto Omega justo después de haber vivido así las últimas semanas de mi vida; con el pelo suelto al viento, pasado de revoluciones, viviendo la vida loca en la literatura de altos vuelos, cuando me encuentro con Punto Omega. Una novela de la que nunca tuve muchas expectativas pero que siempre estaba ahí, siempre a la espera del momento oportuno. Y entonces empezaron las negociaciones; que venga, que hace tanto que la tienes, y que es tan breve, que ya es hora...¡Y ya está! La leo. La leo, y esas 150 páginas se hicieron más duras y más largas y exigieron más de mí que el propio desierto en el que transitan, aparecen y desaparecen, algunos de sus personajes. Venga que si no me hubiese propuesto escribir una entrada antes de empezarla, no me la acababa.