.status-msg-wrap {visibility:hidden;display:none;}

jueves, 28 de abril de 2016

Aparato raro

Reproducción del aparato hecha por Paolo Soleri
(ingeniero de minas). La imagen es cortesía de sus herederos.
"En 1850, durante una excavación en Mokelumne Hill en el condado de Calaveras, un aparato raro fue encontrado bajo la tierra. 

Cuando la pala del gambusino dio, con fuerza y estrépito, contra una superficie decididamente metálica, supieron al punto que habían encontrado algo, aunque al observarlo con cuidado no fueron capaces de precisar el qué. 

Nunca sabremos el influjo real que dicho aparato pudo tener sobre el curso de la vida en aquella región, sin embargo es necesario mencionar que esa misma noche la señora Mellie quien había disfrutado durante toda su vida de una salud irreprochable, murió sin más sobre las colchas de su cama. Tenía entre las manos la foto de un hombre joven que nadie conocía, un hombre que los observó a todos con indisimulado reproche, como si al extender los dedos de la señora Millie para retirar la foto se hubiese roto un hilo irreparable. 

miércoles, 20 de abril de 2016

Fragmento de "Eróstrato, incendiario" (1896), Marcel Schwob

Arde, arde, todo arde. Eróstrato grita su nombre en medio de las llamas, funde su huella con las cenizas del Artemision. 

Eróstrato; el más devoto, el más leal, el repudiado por la diosa. Eróstrato el incendiaro. 

No pretende huir, los guardias le cogen, no opone resistencia. Ha profanado el tesoro de Artemisa, sólo él conoce el gran secreto vedado a los filósofos; las palabras de Heráclito latirán en su memoria más allá de la muerte.

Ha alimentado el fuego con el manto sagrado. Los pilares del templo se funden con la cúpula de ébano. Las voraces lenguas rojas tampoco mostrarán respeto por la diosa.

"En efecto; al ser torturado confesó que había comprendido de repente el sentido de la palabra de Heráclito, el camino de lo alto, y porqué la filosofía había enseñado que el alma mejor es la más seca y la más inflamada. Atestiguó que su alma, en ese sentido, era la más perfecta y que él había querido proclamarlo. No reconoció ningún otro motivo a su acción como no fuera la pasión por la gloria y la alegría de oír proferir su nombre. Dijo que sólo su reino hubiera sido absoluto, puesto que no se le conocía ningún padre y que Herostratos hubiera sido coronado por Herostratos, que era hijo de su obra y que su obra era la esencia del mundo; que de ese modo habría sido al mismo tiempo rey, filósofo y dios, único entre los hombres."
La noche en que Eróstrato incendió el templo en Éfeso, vino al mundo Alejandro, rey de Macedonia.


martes, 19 de abril de 2016

Fragmento de "Bartleby, el escribiente" (1853), Herman Melville

Asistimos al final. El abogado observa al escribiente. Bartleby, acurrucado al pie de un grueso muro espera su inevitable final. Somos testigos del hombre que ha cumplido con todas las exigencias; eficiente, laborioso, serio, responsable, perplejo ante la discordancia, y, al otro lado, inmóvil y contemplativo, al que es una carta muerta, un sobre sellado al que nadie (salvo un destinatario ahora inexistente), podría develar. 

No puede existir comunicación verbal, no hay lazos que le unan a nadie, ha llegado tarde, se ha extraviado en el camino, alguien se ha confundido en las calles, en los buzones de unas casas que, a primera vista, parecen todas iguales. La carta sin destinatario ha vuelto al servicio de correos.

¿Qué se hace entonces con el elemento que no encaja?, ¿qué esperanza hay para la pieza que no funciona?  

"El patio estaba completamente tranquilo. A los presos comunes les estaba vedado el acceso. Los muros que lo rodeaban, de asombroso espesor; excluían todo ruido. El carácter egipcio de la arquitectura me abrumó con su tristeza. Pero a mis pies crecía un suave césped cautivo. Era como si en el corazón de las eternas pirámides, por una extraña magia, hubiese brotado de las grietas una semilla arrojada por los pájaros."


lunes, 18 de abril de 2016

Pruebas irrefutables de vida en otros planetas (Rodrigo Fresán)

Hoy, buscando en mi minibiblioteca una novela perdida de Roberto Bolaño, me he encontrado por casualidad con "La velocidad de las cosas", un libro de relatos del cada vez más leído en España, Rodrigo Fresán. Un escritor argentino afincado en Barcelona; poseedor de una vasta cultura lectora, amigo íntimo de Roberto Bolaño y experimentado ladrón de libros en su juventud. Un escritor que no escribe novelas de ciencia ficción sino con ciencia ficción, pynchoniano, cheeveriano, dickniano, bolañiano, prologuista de grandes autores, articulista en Página 12, crítico de la sociedad de consumo, la inmediatez y la banalidad, y fértil (ultrafértil), escritor de maravillosas realidades paralelas, que, casi siempre, tienen como protagonista a un escritor.



sábado, 16 de abril de 2016

El arco iris de gravedad, Thomas Pynchon (parte 8)

Páginas 87-97 (última actualización en marzo de 2019).

Parte 8:  Sobre Mexico, el anti-Pointsman.


Las secciones de la novela, de común breves, se extienden algo más cuando se trata de abordar estados de ánimo, emociones o sueños que personajes como Jessica Swanlake, Roger Mexico, Edward W.A. Pointsman y Geoffrey Pirate Prentice tienen sobre sí mismos, sobre otros o sobre la guerra. Aparecen elementos y detalles, la historia se mueve gracias a los cambios de tiempo narrativo y la constante entrada y salida de personajes. No hay desorden, más bien un efecto de contraste o de profundidad que nos acerca visualmente a lo narrado. 


Jessica despierta junto a Mexico en la casa donde se ven a escondidas. El sueño que tenía justo antes de despertar se funde con el frío, con el aspecto de las calles desde la ventana. Mexico duerme, murmura palabras entre sueños. Jessica piensa  ¿por qué nada puede ser normal? ¿por qué sólo la guerra importa? Desde su escondrijo la guerra parece lejana, casi irreal pero la amenaza es siempre latente. Aún en sueños, permanecen con los ojos pegados al cielo.

Para Jessica, Mexico sigue siendo un jeroglífico. Lejos de la precognición, Mexico determina probabilidades de caos explosivo en los barrios de Londres aplicando una sencilla ecuación de Poisson sobre un mapa. Pero a Jessica se le escapan las piezas, es incapaz de unir sobre una hoja cuadriculada el probable destino de los puntos. A los ojos de Jessica, a los ojos de todos los miembros de la Visitación Blanca, Roger Mexico parece cada vez más un profeta. En los ceniceros de su despacho las colillas de cigarrillo se amontonan. Opuesto a los valores absolutos en los que se mueve Pointsman, Mexico aparece como su gemelo matérico opuesto; como el anti-Pointsman. Todo él observado desde el exterior, como el elemento más raro de un grupo de seres con curiosas capacidades mentales.

Jessica fuma, enciende cigarrillos con la colilla del anterior...
"¿Y la gente que tendría que estar
durmiendo en esas casas vacías, la gente que fue arrojada de ellas,
algunos para siempre…? ¿Sueñan con ciudades llenas de brillantes
luces en la noche, con navidades vistas otra vez desde la ventajosa
perspectiva infantil y no como ovejas acurrucadas, tan vulnerables
en  la  desnuda  ladera  de  la  montaña,  tan  blanqueadas  por  el
resplandor de la terrible Estrella? ¿O sueñan con canciones alegres,
tan  encantadoras  y  auténticas  que  pueden  recordarse  al
despertar…? ¿Sueños de tiempos de paz…?"
Y de pronto, la muerte entra derribando las ventanas con la onda expansiva de su presencia. Un cohete ha caído cerca de la casa.





domingo, 10 de abril de 2016

Mientras agonizo (William Faulkner)


Novela polifónica, novela de voces, novela coral, tales son los nombres con los que se ha designado al conjunto de miradas que se reflejan sobre una realidad con tal de describirla. El  monólogo interior como devaneo de la mente sin más límite ni censura que la propia autojustificación; tales fueron las herramientas utilizadas por William Faulkner para conseguir la gran novela que es esta novela. 

A través de sus cincuenta y nueve monólogos interiores se narra la odisea de los Bundren, una familia de campesinos pobres que habrá de luchar, contra fuego y marea, para cumplir con el último y tiránico deseo de la madre, Addie Bundren

A partir de una idea poco pretenciosa (trasladar el cadáver hasta un cementerio de Jefferson), el relato se transforma en la presentación minuciosa de la realidad más cotidiana y atemporal, abarca a través de metáforas la multitud de escenarios en los que tienen lugar los actos humanos. 


sábado, 2 de abril de 2016

George y Vivian (John Updike)

No inmediatamente después pero sí muy cerca de Cheever, aparece Updike como un chispazo. Updike, la imagen de Updike, la estatura de Updike, su elegante amabilidad. La cara de Updike sonriendo con la cabeza enfundada en un gorro de lana que le cubre hasta las cejas. 

John Updike es el creador de una serie de novelas y personajes inolvidables a los que se suman cuentos, ensayos y una larga lista de trabajos relacionados con la literatura y la crítica. Está considerado dentro de los grandes escritores estadounidenses, de esos que hay que leer si uno quiere hacerse una idea de cómo se hilan las cosas en el universo literario de esa parte del mundo. 

George y Vivian es uno de los cuentos incluidos en el volumen "Lo que queda por vivir"  (The afterlife and other stories, 1994), un cuento que me encanta no sólo por lo que dice sino también, y sobre todo, por cómo lo dice.  A través de una prosa siempre cuidada, inteligente, medida, pesada, y sí, también y como muchos opinan, bastante conservadora, Updike nos recuerda que en los hechos cotidianos siempre hay cabida para inesperados contactos con la belleza, lo supremo y lo inevitable. Epifanías que nos ayudan a entender de qué va realmente esto que llamamos estar vivos...