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jueves, 14 de enero de 2016

El arco iris de gravedad, Thomas Pynchon (parte 6)

Páginas 64-70 (última actualización en marzo de 2019).

 Parte 6: Sobre el amor y la guerra.


No hay amores como los amores de la guerra. Inmediatez y brevedad, impotencia y arranques de celos, un tercero en discordia, la muerte acechando las ventanas por las que se adivina el bulto fundido de los cuerpos de Jessica Swanlake y Roger Mexico sobre la cama.



Los amantes aprovechan cualquier momento para estar solos. Mexico experimenta intensos ataques de celos, utiliza pueriles y rencorosos juegos de palabras para desvirtuar la imagen de su competidor Beaver, el novio oficial de Jessica, como trastocar su nombre por el de otra alimaña, le llama Nutria ("Beaver" en inglés significa "castor"). Ante la ineficacia de sus estratagemas se desespera, agita las manos al interior del coche en el que Jessica y él se dirigen en misión especial hacia el sur del Támesis, a encontrarse con un viviseccionista de primera categoría. Y Jessica, la silueta de Jessica...

"El rostro de Jessica, sobre el fondo de vaho condensado en el cristal de la ventanilla, se ha convertido en otra nebulosidad, en otro truco luminoso del invierno. Más allá de su silueta, pasa la blanca fractura de la lluvia"(página 64)

Jessica y Mexico se conocieron gracias a un cohete, el maravilloso estruendo de un cohete lo suficientemente lejano, hacia la ciudad, para sentirse a salvo, pero lo bastante próximo y ruidoso como para hacer que Jessica decidiera refugiarse en el coche de Mexico...


"Y  hubo  momentos,  también  recientes  la  mayoría  de  ellos, momentos en que, cara-a-cara, no hubo modo de saber quién-era-
quién. Sentían al mismo tiempo la misma extraña confusión…, algo 
así como mirarse por sorpresa en un espejo, pero…, más que eso, 
el sentimiento de estar realmente unidos… cuando después de…,
¿quién sabe?, ¿dos minutos?, ¿una semana?, comprendían, ya otra 
vez  separados,  lo  que  estuvo  ocurriendo:  que  Roger  y  Jessica 
estuvieron fundidos en un único ser inconsciente de sí mismo… En 
una vida que él ha maldecido, una y otra vez, por su necesidad de 
creer  en  lo  transobservable.  He  aquí  la  primera,  la primerísima magia auténtica: datos que él no puede rebatir.
"
 (página 65)


Mexico teme que Jessica le vea sólo como un frío hombre de ciencias, como la excepción decepcionante del grupo de estrafalarios talentos paranormales de la que México forma parte; La Visitación Blanca. Mexico no es un clarividente, no es un viajero astral, no conecta con el otro mundo en viajes de desdoblamiento, Mexico no es más que un estadístico común y corriente intentando decodificar a números el incomprensible mensaje de las ouijas. Es un hijo de la guerra. Es tan joven y hace tanto tiempo que la guerra ha comenzado...

Juntos han visto decenas de cadáveres, han visto el consumirse de las casas devoradas por el fuego, el reflejo de tantas llamas amarillas que ambos han dejado de contar, y ahora, en una especie de tregua contestataria, se refugian en una casa al sur de Londres en la zona de paso prohibido. Durante sus encuentros al menos uno de los dos jamás se olvida de llevar flores. Corren el riesgo y mantendrán posiciones sin importar lo que suceda. Están enamorados. A la mierda la guerra.










4 comentarios:

  1. jijijiij, mi comentario es que no lo he leído todavía. Estoy mu-er-to. Pero me muero de ganas... Eso yes.

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    1. Tranquilo, que para leer a Pynchon tienes la vida entera, no hay prisa. Por lo pronto léete mis entradas, que están más dosificadas :). Saludos y gracias por la visita.

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  2. Ciertamente Eros se engrandece y cobra todo su sentido ante la presencia amenazante de Tánatos. Gemelos inversos, amor y muerte, se necesitan en una simbiosis desconcertante para la sensibilidad humana. Ante la desaparición, todo deviene inútil y hay que saber escoger muy bien las inutilidades que pueden dar sentido a nuestras vidas. La guerra, exterior o interior, sirve para valorar mejor las incrustaciones maravillosas que se hallan en este, nuestro mundo, de puro excremento. Pertrechados de enormes cantidades de papel higiénico, aún podemos atisbar la belleza del crepúsculo...

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    1. "Lo único que desean quienes van a morir es follar", cuando dijo eso Bolaño se estaba muriendo. Regresaba a casa luego de uno de sus últimos controles en el Hospital Clinic de Barcelona, para tratarse el cáncer que al final acabaría por matarlo. En el ascensor se dio cuenta que, de todo lo que podía estar pensando, en lo único que pensaba era en una mujer. La cercanía de la muerte hace que las cosas se vean claras, como el agua. Saludos y gracias por leerme.

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