Este fragmento forma parte del primero de los cuatro tomos de relatos de la colección "Antología del Cuento Extraño" (1976, Ediciones Tauro). Los cuentos en ella reunidos fueron seleccionados, traducidos y prologados por el mismísimo Rodolfo Walsh. "El misántropo" abre el primero de los tomos, y en él se relata la historia de un hombre con una capacidad particular a la par que terrible, tanto, como para obligarlo a permanecer recluido en un islote. Allí piensa y observa, allí vive alejado del mundo intentando olvidar aquel oscuro don que desearía jamás haber recibido.
"Después que volví del islote y discutí el caso en sus distintos aspectos, empecé a preguntarme si aquel hombre no me habría tomado por tonto. Pero, en lo más profundo de mi conciencia, creo que no. Sin embargo, no puedo resistirme a la influencia de las risas que ha despertado mi relato. Aquí, en tierra firme, todo parece improbable, grotesco, estúpido. Pero en el islote la confesión de ese hombre resultaba absolutamente convincente. El escenario es todo, y quizá yo deba agradecer que las circunstancias que actualmente me rodean sean tan favorables a la normalidad. Nadie aprecia más que yo el misterio de la vida; pero cuando ese misterio implica dudar de uno mismo, me resulta más agradable olvidarlo."
Tal como el mismo Walsh señala en el prólogo, además de ser un relato estupendo y de ser ampliamente elogiado por la crítica "El misántropo" recibe también el honor del plagio. El plagiador, un sacerdote de nombre Leonardo Castellani, incluyó en su libro "Martita Ofelia y otros cuentos" (1944), un relato que tiene no sólo idéntico nombre, sino además el mismo tema, la misma trama y muchas de sus frases copiadas de forma textual.
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