En 1955 Vladimir Nabokov publica su novela más polémica y conocida "Lolita", en ella relata la obsesión de un hombre por las "nínfulas": niñas de entre nueve a trece años que despiertan en el protagonista (Humbert Humbert) una enloquecedora atracción. Según él no es la belleza ni la fragilidad lo que eleva a la niña al sitial de nínfula sino su naturaleza ambigua, esa mezcla de tierna y soñadora puerilidad.
Criticada, acusada de obscena, repudiada, ensalzada y admirada, "Lolita" merece todas esas reacciones. Luego de ser rechazado por varias editoriales, Nabokov consigue su publicación por una editorial parisina especializada en temática erótica y pornográfica.
El estilo, cargado de detalles y descripciones, se traduce en un ambiente vívido repleto de imágenes. El párrafo de inicio es una muestra no sólo del estilo barroco de Nabokov, sino que resume en unas pocas líneas, la arrebatadora pasión que desencadena en Humbert Humbert el raro magnetismo de una nínfula;
"Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía.
Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos
desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero,
Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos
desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero,
en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta."
Las nínfulas;
"¿Son nínfulas todas las niñas? No, desde luego. De lo contrario, quienes supiéramos el secreto, nosotros, los viajeros solitarios, los ninfulómanos, habríamos enloquecido hace mucho tiempo. Tampoco es la belleza una piedra de toque; y la vulgaridad –o al menos lo que una comunidad determinada considera como tal– no daña forzosamente ciertas características misteriosas, la gracia letal, el evasivo, cambiante, trastornador, insidioso encanto mediante el cual la nínfula se distingue de esas contemporáneas suyas que dependen incomparablemente más del mundo espacial de fenómenos sincrónicos que de esa isla intangible de tiempo hechizado donde Lolita juega con sus semejantes. Dentro de los mismos límites temporales, el número de verdaderas nínfulas es harto inferior al de las jovenzuelas provisionalmente feas, o tan sólo agradables, o «simpáticas», o hasta «bonitas» y «atractivas», comunes, regordetas, informes, de piel fría, niñas esencialmente humanas, vientrecitos abultados y trenzas, que acaso lleguen a transformarse en mujeres de gran belleza (pienso en los toscos budines con medias negras y sombreros blancos que se convierten en deslumbrantes estrellas cinematográficas). Si pedimos a un hombre normal que elija a la niña más bonita en una fotografía de un grupo de colegialas o girlscouts, no siempre señalará a la nínfula. Hay que ser artista y loco, un ser infinitamente melancólico, con una burbuja de ardiente veneno en las entrañas y una llama de suprema voluptuosidad siempre encendida en su sutil espinazo (¡oh, cómo tiene uno que rebajarse y esconderse!), para reconocer de inmediato, por signos inefables –el diseño ligeramente felino de un pómulo, la delicadeza de un miembro aterciopelado y otros indicios que la desesperación, la vergüenza y las lágrimas de ternura me prohíben enumerar–, al pequeño demonio mortífero entre el común de las niñas; y allí está, no reconocida e ignorante de su fantástico poder." (Humbert Humbert)
Qué novela tan hermosa y tan triste al mismo tiempo.
ResponderEliminarHace poco, hablando precisamente de literatura erótica, alguien me comentaba que El amante de Lady Chatterley ha envejecido mal porque hoy nadie se escandaliza de que una mujer noble se líe con el jardinero, mientras que Lolita no envejecerá porque no toca un tabú de una época ni de otra, sino de siempre. (Es el mismo caso de Edipo Rey.)
Por cierto, Hielo, ya he publicado tu comentario en mi blog, muchas gracias por pasarte.
Hombre, no creo que el escándalo fuera la única intención en la cabeza de Lawrence a la hora de escribir El amante de Lady Chatterley así que temo no estar de acuerdo con ese alguien que comentas. Con la parte que sí estamos de acuerdo es con que Lolita es una novela que no envejece. Gracias a ti, por la visita y el comentario. Saludos.
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