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miércoles, 10 de febrero de 2016

Reposiciones, nuevas adquisiciones...Y dolor

He tenido suerte, si es que puede llamarse así, y gracias a esa suerte es que puedo leer sin dificultades en tres idiomas y hacer champurreo lector en otra. Ventaja y desventaja a la vez, porque así el abanico se expande y cuando la suerte esquiva, la mala memoria o los desaciertos (a veces injustificables) de la industria editorial, nos dejan sin nuestro ejemplar de esa novela estupenda, vamos y la buscamos en otro idioma...Y la encontramos...Y la compramos.

El problema de ser lector y vivir en un país que no es el tuyo y cuya lengua comprendes todavía a tropezones (pura desidia, todo hay que decirlo), es que la dificultad para encontrar novelas en papel a un precio razonable, se duplica. Qué más quisiera yo que tener cerca una biblioteca pública para atiborrarme de novelas...Pero no, así que la biblioteca privada va creciendo y va exigiendo, cual familia numerosa y alegre, más integrantes a la fiesta.

Las reposiciones
Leí "Los miserables" en mis primeros años de universidad. Inviernos lluviosos, mucho frío y noches solitarias fueron el telón de fondo de esta y otras lecturas; "Crimen y castigo", "Los hermanos Karamazov", mis primeros encuentros con Faulkner y mis ya últimas y definitivamente irretornables lecturas de Bukowski (sí, uno empieza a olvidar definitivamente a Bukowski cuando entiende que el sobresalto está bien, pero que la lentitud puede estar mejor). De aquel tiempo ya no queda nada, ni siquiera esos ejemplares que compraba a precios hoy irrisorios en librerías de viejo, impregnadas por el olor de los propios libros, pero además, por la humedad omnipresente de ese lugar del mundo en que comencé a leer de verdad. Muchos de los ejemplares estaban húmedos, gofrados por las gotitas de lluvia que se colaban, sin piedad, por las paredes de esos establecimientos en los que además de libros viejos también se vendían retales de tela, se reparaban zapatos y se hacían llaves. 

"Los miserables", como tantos otros, se quedaron allí, en ese tiempo, se perdieron en las tantas perdidas de la vida que exige moverse constantemente por la anatomía del mapa, en cajas se quedaron, cuando ya no fue posible transportar tanto a todos lados. Veintitrés kilos de peso, no dejan mucho lugar a los recuerdos. Sólo cuando comencé a sospechar que el sitio en el que me encontraba sería mi lugar definitivo en el mundo, me di a la tarea de reconstruir mi biblioteca, no lo era, y tuve que abandonarla otra vez. Pero así son las cosas y así es la vida de las bibliotecas personales, peligrosa e incierta, casi siempre un poco triste. 

Hoy por hoy, dos o tres veces al año voy abasteciendo mi pequeña biblioteca. Entre la compra de títulos de autores que aún no he leído (recomendados por personas en cuyos gustos literarios confío plenamente) voy esperando por buenas traducciones de mis viejos estandartes, y los voy leyendo a ratos y a trozos, y los observo cada vez que paso por la sala. Y hace tiempo que tenía ganas yo de un ejemplar de "Los miserables", uno que de ser posible no costara 45€ (como la edición de Alianza Literaria del 2013) y cuya traducción fuera, como mínimo, decente. Así que, cuando en mi última visita por Amazon me encontré con la versión completa de editorial ALIANZA, en dos tomos, tapa blanda (como me gustan a mi), traducida por María Teresa Gallego y por el módico precio de 22,80€, pues no me lo pensé dos veces, bueno sí que me lo pensé dos y hasta tres veces; comparé traductores, cotejé opiniones, comparé con el original en francés...Y todo parece indicar que la traducción es meritoria, que la versión es la completa y que la compra, en definitiva, ha sido buena. Ya lo comprobaré en lo que queda de este invierno.

 "Herzog" otro náufrago de mis primeros años de universidad. Antes de haber acabado su lectura, perdí esta novela en dos ocasiones. La primera, en el autobús de vuelta a casa y la segunda, producto de una misteriosa desaparición desde mi propia biblioteca, y, aunque en cierto sentido uno se siente delicadamente tocado por la ironía, el hecho no deja de doler. Al final volví a leerla años después en versión digital, pero siempre quise reponerla en papel. Edición DEBOLS!LLO (del grupo Random House Mondadori) y traducción de Rafael Vázquez Zamora (bastante buena según se dice). Lo comprobaré durante el próximo verano.







Las nuevas adquisiciones
Como decía al principio la familia crece, sí, pero el mal de los padres adorables que gustan de familias numerosas es la disponibilidad de recursos. Así que escogidos están, con pinzas.

 "Cuentos reunidos" de Saul Bellow; hace poco leí uno de los cuentos en versión digital y eso fue suficiente para querer adquirirlo en papel. Con desacertado prólogo de la viuda Bellow e introducción de James Wood, arrancan estos trece relatos largos o novelas cortas, casi 800 páginas de lo que, dicen, es una estimulante y abigarrada muestra de la indiscutible calidad narrativa de Bellow (Edición DEBOLS!LLO, traducción de Beatriz Ruiz Arrabal). Ganas tengo de empezar ya con su lectura.

"Lo que queda por vivir" de John Updike; Hace un tiempo, en Barcelona, en una librería de viejo, me encontré con un libro de relatos de la editorial QUINTETO. Me llamó la atención que llevara por título "Viajeros",  tuviera una maleta en la portada y que reuniera a escritores tan disímiles como José Luis Corral, Jack Kerouac y John Updike, tan lejos estos dos últimos de la estética de la narrativa de viaje. Al leer la nota de entrada se aclararon todas mis dudas, la edición (no venal) tenía su origen en la celebración por parte de la editorial quinteto de sus cien títulos publicados, de la (alegre) cercanía del verano y de la metáfora de la lectura como viaje de la imaginación. Lo compré porque costaba un euro pero sobre todo porque contenía dos relatos de Updike que yo no había leído. En la página ochenta y tres de ese "Viajeros" se encuentra el fabuloso relato titulado "George y Vivian" razón por la cual busqué durante meses un ejemplar de "Lo que queda por vivir" el libro de relatos original del que dicho cuento forma parte. De editorial FÁBULA y traducción  de María Luisa Balseiro, estos veintiún relatos donde, según dicen, John Updike analiza las vicisitudes de la madurez, son los primeros que pienso merendarme. 


"The journals of John Cheever" y "Una specie de solitudine; I diari"; o, los inexistentes en castellano "Diarios" de John Cheever. Dos años hace que tengo ganas de leerlos y el mismo tiempo que espero el milagro de que alguna editorial vuelva a publicarlos en castellano. La búsqueda me arroja a Sudamérica donde, al parecer, imprimieron ejemplares por toneladas. A este lado del planeta sin embargo, sólo es posible pillarlo al día de hoy, en castellano y usado, en una librería particular asociada a la venta a través de Amazon por la muy probablemente errata de 588€ (quinientos ochenta y ocho), eso sí, tapa dura, aunque sin gastos de envío. El precio de otros ejemplares usados durante los últimos meses fue de 120 y 140€ euros respectivamente. Y bien, considerando que los "Diarios" de John Cheever son ahora tan difíciles de conseguir como la sangre de un unicornio albino, he decidido comprarlos en inglés y en italiano. Sí, yo soy así cuando me enfurruño.

Y mala idea...Porque la edición en inglés (VINTAGE INTERNATIONAL, grupo Random House) tiene el peor aspecto y la peor impresión que haya visto yo en un ejemplar de 20€. El papel de mala calidad, el pésimo empaste, la letra borrosa e injustificablemente pequeña en comparación con los grandes espacios entre líneas, no sólo no invitan a la lectura, sino que empujan a la devolución. La edición italiana por su parte ("Una specie de solitudine; I diari", Editorial FELTRINELLI), me ha arrancado un suspiro de cariño; muy cercana a la estética retrojuvenil de los antiguos BRUGUERA (letra de tamaño más bien grande con espacio mínimo entre líneas), tapas blandas y de fácil abertura, hojas flexibles y delicadamente marrones, la decencia de estar bien impresa y ser legible, es, por empaste y maquetación, el que más me gusta de este pedido. Además, ronda los 10€.




"El rey de la máscara de oro y otros cuentos" de Marcel Schwob; después de "Vidas imaginariasde la que pronto haré reseña y que cayó en el pedido anterior, el paso por otros cuentos de este autor me pareció obligatorio. De CIRO editores y traducción de vaya usted a saber, es una edición que no vale los casi 10€ que piden por ella, pero que tampoco es un robo como el de "The journals of John Cheever".






El dolor
Sí, porque uno se complace ante la posibilidad de tener algo similar a una biblioteca en casa y así leer y releer, cuantas veces uno quiera, sin límite de tiempo ni prisas, las misma palabras que en su momento le hicieron tan feliz. Y aunque eso mitiga el golpe y le ayuda a uno a centrarse en cosas mejores, persiste la idea del libro como objeto de lujo, reservado a ciertos momentos o a ciertos bolsillos. Pagamos diez euros por un ejemplar como si nada, si nos encontramos con uno a siete euros nos sentimos afortunados y si es algo que realmente nos interesa pagamos treinta o cuarenta o lo que nos pidan, pero ¿desde cuándo pagamos diez euros por un libro de empaste básico a veces mal maquetado o mal impreso, con defectos como letras borrosas, páginas de diferentes colores y hasta erratas, así como si nada?. Diez euros de los cuales, casi en su totalidad, van a parar al bolsillo del punto de venta y la editorial, y no de quien hizo posible la existencia de esa obra. Tengo pensado escribir una entrada acerca de la mala calidad de ciertos ejemplares y de cómo, a pesar de esa mala calidad, nos vemos en la casi obligación de quedarnos con el libro porque la siguiente alternativa aumenta cinco o más euros su precio o hasta lo duplica. Ya sé que está la opción digital, pero mira, tampoco me apetece pagar cinco, siete o diez euros por una novela si soy yo quien tienen que facilitar el soporte. En fin, que el tema da para mucho y espero tratarlo un poco mejor más adelante, por ahora me retiro, a ordenar libros, a hacer espacio para los nuevos, a leer...

2 comentarios:

  1. "...el sobresalto está bien, pero que la quietud puede estar mejor...". Sin duda sería un buen epitafio, con un punto irónico, como todas las buenas frases susceptibles de ser grabadas en mármol. Sustituye "quietud" por "lentitud" y me apunto a tu cofradía libresca. Necesitamos vivir a cámara lenta y escrutarlo todo como si fuera la primera vez. Y ver si en una de esas tomas ralentizadas acabamos por encontrar el manual de instrucciones que siempre nos falta...

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    1. Pues mira, justo ahora que empiezo a pensar en mi epitafio, no está mal la frase la verdad. Por lo pronto anticipemos un poco la muerte y sigamos andando en la lentitud, leyendo y viviendo en cámara lenta. Saludos grandes, gordos y lentos.

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